Que es la RedLunaVenus

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Nuestro Propósito

La tarea que nos convoca consiste básicamente en ritualizar y celebrar lo que Pinkola Estés denomina como el renacimiento del fuego del instinto femenino arcaico, apagado o en vías de extinción entre las mujeres contemporáneas.

Inspiradas por sus escritos provocadores, en estos años hemos generado algunas hipótesis al respecto. Por ejemplo, sospechamos que ese fuego no se habría apagado si el cuidado del mismo hubiera seguido a cargo de la comunidad de lo femenino, esto es, si se hubiera conservado entre nosotras la impronta del fuego plural. Pero los condicionamientos del desarrollo histórico produjeron desgarros feroces.

Entre las mujeres occidentales de extracción urbana –recorte socioeconómico al que pertenece la mayoría de nosotras– dichos condicionamientos hicieron aflorar el talento y la valentía pero también el individualismo y el ego de la Amazona. Esta vieja imagen arquetípica, ligada en la antigüedad al mito de las guerreras o cazadoras, pareció cobrar finalmente realidad a partir del siglo XX, sólo que en lugar de espadas o armaduras, enarbolamos títulos académicos o el derecho a ingresar a las fábricas.

Aunque el grueso de las mujeres del planeta aún no tomó contacto con esta revolución, no cabe duda que es sólo cuestión de tiempo, y que la incorporación femenina a los espacios de poder delmundo de afuera es un indudable mojón evolutivo para la especie humana.

Sin embargo... los costos ya asomaron por el horizonte. Paradójicamente, quienes empezaron a dar la voz de alerta fueron algunas de las mismas Amazonas supuestamente triunfantes: escritoras, psicólogas, trabajadoras sociales... O sea, mujeres que se animaron a actuar y pensar por cuenta propia, pero que prontamente tocaron el techo de cristal de sus carreras promisorias, porque no había espacio allí para otra cosa que no fuera la competencia y la separatividad. Porque el anhelo de integrar –con equilibrio y plenitud- cátedras con mamaderas, horarios de fábrica con tareas domésticas o reuniones políticas con dietas adelgazantes, era mucho más que una propuesta heroica. Era una batalla perdida de antemano.

Así fue como, después de haber partido como heroínas orgullosas a la conquista de sus derechos, portando la lanza erguida de Palas Atenea, muchas empezaron a retornar con el cuerpo y el alma apaleados, a buscar respuestas pero sobre todo consuelo, en la Gran Cueva de las diosas arcaicas.

Siguiendo la pista de muchas autoras y autores que hace tiempo analizaron estas cuestiones, coincidimos en que llegó el momento del diálogo entre las orgullosas y cansadas seguidoras de Palas y las oscuras y postergadas hijas de Gea. Pero nos gusta insistir en algo que quizá no siempre es demasiado recordado: ambas imágenes arquetípicas no son sino aspectos internos, polarizados, de la psique de cada una de nosotras. Creemos que una mujer no podrá recorrer su camino de individuación mientras se sostenga en creencias separativas. (“Soy sensible... no tengo nada que ver con las mujeres frías y mentales”). (“Soy intelectual... no tengo nada que ver con las mujeres débiles y confusas”). Aunque nos hiera en lo más profundo, intentamos no olvidar que éste y otros tipos de divisiones y dualidades competitivas entre las mujeres ... ha originado tantos dolores al mundo como las mismas guerras.